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A

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FRED ASTAIRE

 

EL REY DE LA DANZA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"El teatro comenzó a preocuparme. No sé la razón, solo me está empezando a atacar los nervios tantos años en los escenarios. Buscaba día y noche un camino, donde encontrar la oportunidad de demostrarme a mi mismo profesionalmente que podía volar a través de la danza.....!! Y lo encontré !!

 

FRED ASTAIRE

 

 No dejaba de asistir al cine con mi progenitor, íbamos dos veces en semana.........En un desaparecido local de Madrid, recuerdo que la película comenzaba con unos pies que descienden de un taxi, camina con enorme elegancia, se vuelven al cruzarse con otros de tacón alto y da comienzo uno de los pasos de baile que me dejaron inmóvil en la butaca....Se proyectaba:

 

!! MELODÍAS DE BROADWAY !!

 

Yo, con muy pocos años estaba sintiendo el poder de unos pies mágicos que transfiguraban cualquier acto cotidiano, acababa de sumergirme en la figura de un hombre especial, en el mejor bailarín  que ha tenido el cine, un actor que hasta cuando no bailaba, lo hacía inspirando por la agilidad de la danza. Su nombre era:

 

FRED ASTAIRE

 

Si en la vida de los seres humanos, hombres y mujeres forman ese circulo en el cual  sentimos gozos y otras cierta incomodidad por las ataduras que ello supone, en la vida de FRED ASTAIRE, la marca que lo retenía no era otra que las mujeres. No recuerdo a ningún actor clásico o de ahora, que haya dependido, gozado y trabajado con las bellezas mas sobresalientes de la pantalla del siglo pasado como él.  Astaire demostró como nadie que el ser humano podía expresar el vigor, la elegancia, el éxtasis y la vitalidad del baile, con excelente energía individual...

 

La primera mujer en su vida fué su hermana Adele, le siguieron Ginger Rogers. Cid Charisse, Joan Crawford, Dolores del Rio, Irene Dunne, Eleanor Powel, Paulette Godard, Rita Hayworth, Judy Garland, Ann Miller, Vera-Ellen, Leslie Caron y Audrey Hepburn. Todas, absolutamente todas le sirvieron como guante de seda a unas manos que expresaban en cada movimiento de claqué, el ritmo y el compás de unos pies que mas que bailar, daban la impresión de volar al mismo tiempo. Todas estas actrices supieron adaptarse al que fué llamado con toda razón: "El mejor bailarín del mundo" y éstas palabras las pronunció en Paris, Rudolf Nureyev y Balanchine, considerándolo el mejor bailarín del siglo XX , reconociendo en él que era el mas influyente en la historia de los musicales. Fué nombrado la quinta mejor estrella masculina de todos los tiempos. por el American Film Institute. Distinciones con suficiente peso, no solo por quien las dijo, sino porque yo personalmente no creo que surja alguien tan elocuentemente perfecto como Astaire. Un actor que bailando seducía tiernamente a su pareja, sin necesitar los diálogos, la compenetración visual que manaba de él, era la mejor de las expresiones de seducción que yo he visto en pantalla. De todas sus parejas, Eleanor Powel y sobre todo Rita Hayworth fueron para mí las que mejor acompañaron al actor, porque poseían una forma perfecta y una cantidad de femineidad dignas de ser analizadas. Se llegó a decir que dejaba exhaustas a todas y repetía escena tras escena sin descanso, exigiendo a sus directores repetir la escena una y otra vez.

 

 

 

La magia del cine, me sigue proporcionando felicidad, dentro de los recuerdos, escritos y hablar de ciertas personalidades que le dieron categoría de Arte, me hace olvidar la crueldad de un mundo en prisas y la tecnología al servicio del Séptimo Arte. El cine me ha dado los segundos, los minutos y a veces hasta las horas mas felices de mi vida y para este hombre que ya atraviesa el umbral del medio siglo, es la mejor de las terapias, el mas dulce de los sabores y el canto mas puro, ya que al no escucharlo de vulgares sirenas, mis sentidos se abren cada vez que compongo un articulo y floto, sin quedarme sordo o loco como un vulgar Ulises de cualquier Odisea...El cine es grande, porque está compuesto de arte, tiempo, amor, trabajo, luz y color, seis palabras que descienden en tiras de seda de infinitos colores, con nombres escritos en ellas de seres mágicos que pueblan un Olimpo, donde solo tienen cabida los dioses.

 

Fred Astaire conoció a  George Gershwin, que estaba trabajando como "song plugger" en Jerome H. Remick's, y en 1916 empezaron su íntima amistad, que tendría profundas consecuencias para las carreras de ambos. La compenetración fué mas lejos de lo que a simple vista exigía la música o la propia danza. Fred y George estaban unidos por vínculos que abarcaban muchas vertientes del espectáculo en Broadway, por sus manos pasaron las mas famosas figuras del genero y tanto uno como otro, eran sumamente estrictos en las elecciones. Se cuenta que cuando Astaire vió a una jovencísima Rita Hayworth se le cayó al suelo la copa que mantenía entre sus dedos y en lugar de sentirse incomodo, dejó que la propia Rita la recogiese dulcemente. Aquella muestra de profunda admiración fué la causa de que por celos Gershwin se negara siempre a escribir algo para Rita Hayworth. El músico lo ha negado siempre que se lo preguntaron, pero al final Fred conseguiría lo imposible: Que Glenn Miller pensara en Rita cuando compuso Serenade in blu y que "A Star is Born" fuera en principio un vehiculo para Rita, siendo su protagonista absoluta del film de George Cukor, proyecto que al final cambió radicalmente, al ser interpretada por Judy Garland, pero sí dirigida por el maestro Cukor. Las causas se desconocen, pero no estay muy lejos de averiguar que corría el año 1954, Judy era la estrella mejor pagada de los Estudios Metro, y la Columbia tenia otros planes para nuestra Margarita Cansino, por lo tanto el hipotético placer que me hubiera causado ver a Rita en "A Star is Born", pasó a ser una de esas leyendas llenas de posibilidades y glamour que hilaba Hollywood. Fred Astaire adoraba a Rita Hayworth y a lo largo de su vida se lo demostró de muchas formas, aunque ella falleciese antes que el actor.

 

En su retorno a RKO Pictures encabezó el reparto al lado de Ginger Rogers y Dolores del Río en la película Flying Down to Rio. En una crítica, la revista Variety atribuyó su enorme éxito a la presencia de Astaire:

 "El principal punto de Flying Down to Rio es la promesa en pantalla de Fred Astaire ...Él es una apuesta segura, porque la pantalla le quiere claramente, el micro es amable con su voz y como bailarín pertenece a una clase única e inigualable. La última observación no será noticia para la profesión, que ha admitido desde hace tiempo que Fred Astaire comienza a bailar donde los otros no llegan."

 

Aunque Fred fue inicialmente muy reacio a formar parte con otros nombres famosos del cine, con otras mujeres y otros equipos de baile, fue convencido por las súplicas obvias del público de emparejarle con Rita, Judy, Eleonor y la misma Ginger, con la que formó pareja y continuó para hacer un total de diez películas musicales. A Ginger y Astaire se le reconocen dos innovaciones importantes en los primeras películas de musicales. Primero, su insistencia de que la cámara (casi estacionaria) filma el baile en una única toma, si es posible, mientras mantiene a los bailarines en todo el encuadre durante todo el tiempo, política que el bailarín mantuvo desde La alegre divorciada hacia adelante, hasta que todo fué anulado por Francis Ford Coppola - que también despidió a Hermes Pan - cuando dirigía Finian's Rainbow. Fred bromeó al respecto con estas palabras:

 

 "Bailará la cámara, o bailaré yo"

 

Rogers sobresalía entre las parejas de Astaire no porque fuera superior a otras como bailarina sino porque, como una actriz intuitiva y hábil, ella era suficientemente cautelosa para darse cuenta que la interpretación no acababa cuando el baile comenzaba ... la razón por la que muchas mujeres han fantaseado bailar con Fred Astaire es que Ginger Rogers transmitía la impresión de que bailar con él es la experiencia más emocionante imaginable. Según Astaire:

 

"Ginger nunca había bailado con una pareja anteriormente. Ella fingía constantemente, no sabía hacer claqué, era vulgar y no sabía hacer casi nada...Era el contrapunto de Rita Hayworth, pero Ginger tenía talento y lo mejoró mientras me acompañaba. Lo entendió tanto que después de un tiempo cualquiera que bailaba conmigo me parecía mal."

 

Sin embargo, Astaire seguía poco dispuesto a tener su carrera atada a cualquier pareja, y negoció con RKO para emprender el camino en solitario con "A Damsel in Distress", que resultó una película sin éxito. Volvió para hacer dos películas más con Ginger Rogers, "Carefree y The Story of Vernon and Irene Castle" Años mas tarde el actor dejó definitivamente los Estudios RKO, mientras Ginger permaneció en ellos, convirtiéndose en la propiedad más fuerte del estudio a principios de los años 1940. Se reunieron en 1949 para su décima y última aparición en The Barkleys of Broadway. Se ha hablado mucho de la compenetración de ambos en las escenas de baile, se ha llegado a decir que no se soportaban, pero lo que si está patente y justificado es que las manos de Ginger al compás de la música eran toda una sinfonía de color y una vez proyectado ofrecían uno de los espectáculos mas bellos que yo he visto nunca...

 

 

 

 La química entre ellos fue la clave del éxito; una magia que conseguían con su compenetración artística y sus sugerentes miradas hasta el punto de «hacer el amor bailando», según la crítica de la época. Pero ese fue todo el amor que hicieron, por mucho que la prensa sensacionalista se empeñase en emparejarlos. Ni siquiera en sus películas hay escenas, ya no de sexo, sino de amor explícito: nunca se dieron un beso en la pantalla. La razón de ello, explicó Ginger en sus memorias, fue la mujer de Astaire, Phyllis, que llegó a imponerlo por contrato. «Una cosa es segura. Nunca le caí bien y no quería bajo ningún concepto que pudiese caerle bien a su marido». Ginger, de todas formas, deja claro que tampoco hubo un interés sentimental por parte de ninguno de los dos. Según ella, Astaire, que murió en 1987, no se entusiasmaba por casi nada, al margen de los caballos que criaba en su rancho. Solo estaba obsesionado con las coreografías, sobre las que no dejaba que ella opinase, y -esta es la única ‘maldad’ que cuenta Ginger en sus memorias- usaba bisoñé (un pequeño postizo capilar) desde las primeras películas. Sea como fuere, ambos se llevaron bien profesionalmente y no escatimaron elogios el uno al otro. Eran una pareja eficaz y rentable. Como resumió Katharine Hepburn: «Ella le aportaba a él sex appeal y él a ella, clase».
 

 

 

La danza tiene sus secretos, sus artimañas y sus trucos, pero todo se da por bien empleado cuando ambos aparecen en pantalla y la elegancia de Fred se mezcla con la forma poética de enlazar el ritmo de Ginger, dando como resultado una mágica compenetración. Se puede disfrutar en la vida de mil formas, las maneras del goce son incalculables, pero yo siempre recuerdo en aquellos primeros años de mi vida, las manos de aquella rubia mujer, con sus vestidos estudiados al máximo para bailar, pero ante todo y sobre todo en el movimiento y delicadeza de sus manos, al tiempo que acompañaba sus pasos de baile con el maestro.A pesar de las primeras negativas que Fred Astaire obtuvo por David O Selzinc, y muchos otros productores, tachándole de no saber bailar, ni cantar, ni poseer un rostro agraciado, lo realmente cierto era que al cabo de los años, la figura del bailarín era un acontecimiento en todas las películas que hacía, en los conciertos que participaba y hasta en su forma de caminar cuando era sorprendido por Nueva York, causando revuelo y expectación. Pero no todo en el ambiente en que se desarrollaba su vida era un campo de rosas, cuentan los estudiosos de Hollywood y las lenguas mas afiladas de aquellos años que, Ginger sufrió mas de dos ataques de nervios ensañando en los estudios, y que muchos directores con los que le tocó trabajar, hicieron intención de tirar todo por la borda por el exagerado perfeccionismo del bailarín y hasta sufrió amenazas de muerte para que cambiase su forma de trabajar. Prácticamente todo el estudio estaba en su contra, desde el electricista, hasta la costurera, o el hombre que daba brillo a sus intachables y amados zapatos, amenazas que ya pasado el tiempo y cuando era mayor, quiso publicarlas en un libro, pero la familia se negó. Lo que si es cierto es que gracias a esa terquedad, a su puntualidad y egocentrismo, podemos ahora disponer de unos films intachables, donde los diálogos nos importan un bledo y la trama puede darse una vuelta por el recinto donde cantan las sirenas, porque nos ha dejado el mejor legado que un artista puede entregar y es un trabajo perfecto, inigualable, considerado obras maestras del baile y una sincronización que une elegancia, al servicio de las damas, para envidia de los hombres que desde abajo le admiran sin poder ni siquiera imaginar que se siente cuando se baile en la punta de una columna de oro.

 

  

Aunque poseía una voz suave, era admirado por su lirismo y dicción.. La elegancia tan apreciada en su baile parecía ser reflejada en su cante, una capacidad de síntesis que llevó a Burton Lane a describirle como "El mejor intérprete musical del mundo." Irving Berlin le consideró igual que cualquier intérprete masculino de sus canciones: "tan bueno como Jolson, Crosby o Sinatra, no necesariamente por su voz, sino por su forma de proyectar una canción". Jerome Kern le consideró el intérprete masculino supremo de sus canciones. Su legado cinematográfico fueron treinta películas de musicales en un periodo de veinticinco años. Más tarde, Astaire anunció que se retiraba del baile para concentrarse en el teatro donde también obtuvo criticas muy favorables.

 

 

 

 

 

Debo hacer una observación importante al llegar a este punto:

 

"Desde aquel 5 de Mayo de 1899, cuando abrió sus ojos al mundo y desde el año 1904 en que embarcó hacia New York, la vida de nuestro FRED ASTAIRE no ha sido un campo de rosas, tuvo que ver su nombre envuelto en decisiones trascendentales en las carreras musicales de nombres importantes de Broadway, también se le acusó de mantener una amistad mas que íntima con Gene Kelly, Cole Porter y George Gershwin y ser el Padrino total y absoluto de Rita Hayworth en prácticamente toda la brillantísima trayectoria de la actriz y de hacer oídos sordos a las presiones de Howard Hughes con respecto a su pareja de baile Ginger Rogers, que por entonces era la amante del magnate, pero a pesar de todo ello, todavía en sus ultimas apariciones en el cine seguía sembrando un clima de amor y ternura, como pasó con Audrey Hepburn....

 

"Su tacto era como la seda y sus consejos todavía bailan en mis oídos. No he conocido a nadie con una dulzura tal, que cada mañana cuando me levanto, me aferro a esa bondad para cubrir la maldad que me rodea"

 (AUDREY HEPBURN)

 

Es fácil situar a Fred Astaire en esta dimensión, adivinarle con su sonrisa y elegancia, siguiendo los compases de "Noche y Día" o "El Continental", mientras se van sucediendo sus parejas y se van cambiando para acompañar sus pasos de claqué en tan hermosa sinfonía.....Mientras, nosotros intentamos con las manos apartar la niebla que nos separa de ser tan privilegiado."...Fred Astaire era puro ritmo, era la danza en sí, no habrá, ni nacerá otro bailarín como él..... Pero lo que no quiero olvidar es que tras la mascara del cómico, se escondía como dijo Audrey:"la mas sincera de las dulzuras". Con su forma de bailar creó una escuela, un lenguaje del cuerpo, del gesto y la palabra comparable solo a Chaplin y sin la menor duda tan inmortal como él.

 

 

 

 Aunque Astaire era inicialmente muy reacio a formar parte de otras parejas de baile, quedó convencido por las súplicas obvias del público, que se olvidó completamente de las teóricas estrellas de la película

 

 

"Astaire comienza a bailar donde los otros no llegan".

 

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