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AUDREY HEPBURN
UN ÁNGEL EN LOS CIMIENTOS DEL CINE
En 1945, al finalizar la guerra, Hepburn abandonó el conservatorio de Arnhem y se mudó a Ámsterdam donde tomó clases de ballet con Sonia Gaskell. En 1948 se fue a Londres y siguió estudiando ballet, esta vez de mano de la reconocida Marie Rambert, profesora de Vaclav Nijinsky, uno de los mayores bailarines de la historia de la danza. De vez en cuando Hepburn le preguntaba a Rambert sobre su futuro, a lo que ella le respondía que podría seguir allí y tener una gran carrera, pero el hecho de que fuera relativamente alta (1,69 m), sumado a su delgadez a causa de la malnutrición durante la ocupación alemana no le permitiría tener un buen futuro como primera bailarina. Pero Hepburn quería sobresalir, así que confió en su mentora e intentó la actuación. Además, la situación económica de la familia Hepburn no le permitiría continuar con sus estudios, y Audrey, necesitada de dinero, se replanteó el empezar a actuar, ya que esta profesión estaba mejor pagada que la de bailarina. Rambert dijo después sobre Hepburn: «Era una estudiante maravillosa; si hubiera seguido, podría haberse convertido en una bailarina excepcional». Al hambre de la guerra y las miserias afectivas se sumó el perfeccionismo de la disciplina de la danza, lo que derivó en una anorexia nerviosa que siempre se esforzó por ocultar; en sus Memorias José Luis Vilallonga afirma que sus almuerzos no pasaban de un ala de pollo y una hoja de lechuga. Su hijo Sean declaró que llegó a comer galletas de perro para combatir el hambre.
Su primera película de Hollywood fue la mítica Vacaciones en Roma, de William Wyler, donde era una princesa decidida a pasar un día como una turista normal en la Ciudad Eterna, donde recibe la interesada ayuda de un intrépido periodista, encarnado por Gregory Peck. “En Audrey no había ni pizca de mezquindad ni de egoísmo. Tenía muy buen carácter y supongo que la gente se daba cuenta de eso. No era chismosa, traidora, mezquina ni ambiciosa, características que tanto abundan en este negocio. Es fácil querer a Audrey”, comentó Peck. Por este trabajo, la actriz se convirtió en una celebridad internacional y obtuvo un Oscar a la mejor actriz.
La relación de Audrey Hepburn con la moda está marcada significativamente por su colaboración con Hubert de Givenchy. El diseñador y la actriz se conocieron por primera vez en 1953 cuando Givenchy fue contratado para diseñar el vestuario de la actriz para la película Sabrina. Ella se convirtió en una musa para el couturier francés, y él fue el creador de las piezas más icónicas de su carrera. Hepburn dijo de Givenchy: ‘él me dio un look, un estilo, una silueta. Él siempre ha sido el mejor y seguirá siendo el mejor. Porque mantuvo el estilo sobrio que me encanta’.Además de sus contribuciones en la moda, Audrey Hepburn fue reconocida por su labor filantrópica. La actriz comenzó a trabajar con UNICEF en los años 50, narrando historias de niños en la guerra. En 1988 visitó un orfanato en Etiopía junto a la organización, pidiendo alimentos para los más de 500 niños que albergaba. Ese mismo año la actriz formó parte de una campaña de inmunización en Turquía. En octubre de 1988, Audrey Hepburn hizo un viaje junto a UNICEF por Sudamérica, visitando Venezuela y Ecuador para supervisar la construcción de escuelas. En febrero de 1989 estuvo en Honduras, El Salvador y Guatemala reuniéndose con jefes de estado, partiendo luego a Sudán para llevar comida a las comunidades del sur del país. Junto a UNICEF, Audrey también participó en programas que proveían agua limpia para comunidades en Vietnam.
Cuando se estrenó Sabrina, cierta revista señaló que el sofisticado estilo de Audrey estaba “cambiando el gusto” de la meca del cine. “En una época en la que brillaban estrellas como Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor”, cuenta Hess, “la pasión de Audrey por la sencillez sofisticada no pasaba desapercibida. Su firme rechazo a llevar hombreras o a aumentar su busto con relleno fue revolucionario. Asimismo, consciente de su estatura, Audrey siempre insistía en llevar calzado plano, lo que también resultaba muy innovador”. Las formas refinadas de la actriz y su inteligencia corporal llamaron la atención de fotógrafos como Richard Avedon y Cecil Beaton, que la convirtieron en su musa. Asimismo, editores de revistas como Vogue y de Harper’s Bazaar se pelearon por llevar a sus portadas la imagen de Audrey, cuyo físico y forma de ser la convirtieron en la modelo de alta costura ideal.
En un primer momento los productores querían a Elizabeth Taylor para el papel protagonista de vacaciones en Roma, pero el director William Wyler quedó impresionado por la prueba de cámara de Audrey, en la cual se dejó la cámara quieta y se le empezaron a realizar una serie de preguntas a la actriz, que no sabía que la cámara estaba grabando. Sus respuestas y sinceridad demostraron su enorme talento y Wyler no dudó en contratarla. Wyler dijo: «Tiene todas las cosas que busco: encanto, inocencia y talento. Además es muy divertida. Es absolutamente encantadora. No dudamos en decir que es nuestra chica». Su compañero de reparto, Gregory Peck, ya era una estrella consagrada y en el póster de la película su nombre tenía más importancia que el «presentando a Audrey Hepburn». Cuando acabó el rodaje, Peck llamó a su agente e hizo que le dieran la misma importancia a los dos nombres. Peck predijo que ella ganaría el Óscar. Ambos, Hepburn y Peck, conectaron durante el rodaje, incluso hubo rumores de que tuvieron una relación amorosa, rumores desmentidos por ambos. Sin embargo, Audrey añadió: «En realidad, sientes algo de amor por tu pareja en la película. Si vas a interpretar un romance, tienes que sentirlo. No lo puedes hacer de otra manera. Pero no lo lleves más allá del plató». Debido al gran éxito de Vacaciones en Roma, Hepburn fue portada de la revista Time el 7 de septiembre de 1953.
Su interpretación recibió las alabanzas de los críticos. «Aunque no es precisamente una recién llegada al mundo de la interpretación, Audrey Hepburn, la actriz belga que se mete en la piel de la princesa Anne, está espléndida, bellísima, alternando sus escenas de la realeza y las más infantiles durante su búsqueda de placeres básicos y del amor. Aunque sonríe al final de la película, ella sigue siendo una persona lamentablemente sola que hace frente a un futuro difícil». Hepburn se refirió en el futuro a Vacaciones en Roma como su película más querida, ya que fue la que la hizo una estrella. Después de los cuatro meses de rodaje de Vacaciones en Roma viajó a Nueva York para seguir con las funciones de Gigi. Estuvo actuando con el musical en Los Ángeles y San Francisco. Esto fue posible ya que tenía un contrato con Paramount que le permitía tener doce meses entre película y película para dedicarse al teatro. Durante los siguientes años protagonizó clásicos como Dos en la carretera, Cómo robar un millón, Una cara con ángel, My Fair Lady (1964), el famoso musical y el que se considera el papel de su carrera...Pero para ella su mejor papel fue, sin duda, el de la hermana Lucas en Historia de una monja. Ese papel, el conocer a su protagonista real, las similitudes —ambas eran belgas y habían sufrido la guerra— hizo que Audrey recapacitara mucho y se entregara más a sus labores humanitarias. Después trabajó con Humphrey Bogart y William Holden en la comedia romántica de Billy Wilder, Sabrina. Audrey fue enviada al diseñador Hubert de Givenchy para que decidiera su vestuario en la película. Cuando le dijeron a Givenchy que «Miss Hepburn» venía a verlo, pensó en Katharine Hepburn, no en Audrey. En un primer momento, rechazó vestirla, pero al final rectificó. Audrey y Givenchy mantuvieron una fuerte amistad durante el resto de sus vidas. Durante la filmación de Sabrina, Audrey y William Holden mantuvieron una relación amorosa. Su papel de Sabrina le valió una nominación al Óscar, premio que finalmente fue a parar a manos de Grace Kelly.
En 1954, Hepburn volvió a los escenarios para protagonizar Ondine, de Jean Giraudoux, junto al que más tarde sería su marido, Mel Ferrer. Siguió protagonizando la obra durante el resto del año. Ese mismo año recibiría el Globo de Oro a la mejor actriz y el Óscar por su papel en Vacaciones en Roma. Seis semanas después de recibir el Óscar, Hepburn recibió el premio Tony por su obra Ondine, convirtiéndose así en una de las tres únicas actrices en ganar el Óscar y el Tony el mismo año —las otras dos son Shirley Booth y Ellen Burstyn. Siendo una de las actrices más taquilleras de Hollywood, contó con compañeros de reparto de la talla de Humphrey Bogart (Sabrina), Fred Astaire (Funny Face), Maurice Chevalier y Gary Cooper (Love in the Afternoon), William Holden (Encuentro en París), George Peppard (Breakfast at Tiffany's), Cary Grant (Charada), Rex Harrison (My Fair Lady), Peter O'Toole (Como robar un millón y...) y Sean Connery (Robin y Marian). Muchos de estos actores se convirtieron en personas muy cercanas a la actriz. Rex Harrison la llamó su «principal dama» —Hepburn se hizo muy amiga de la bailarina británica Kay Kendall, que era la mujer de Harrison—; Cary Grant amaba el sentido del humor de Hepburn. «Todo lo que pido por Navidad es otra película junto a Audrey Hepburn» dijo una vez; y Gregory Peck se convirtió en uno de sus amigos más íntimos. Después de la muerte de la actriz, Peck fue a la cámara y recitó su poema favorito, Unending Love de Rabindranath Tagore. Algunos creen que Audrey y Humphrey no mantuvieron su amistad, pero era falso. Como ella después diría: «A veces los tipos más duros resultan ser los más sensibles, como Bogey lo es conmigo».
En 1957 actuó en Una cara con ángel, una de sus películas favoritas debido a que conseguía bailar con Fred Astaire. A esta la siguió Historia de una monja, uno de sus papeles más atrevidos. Sobre este papel Films in Review dijo: «Su papel callará a todos los que dijeron que es solo un símbolo de mujer sofisticada. Su interpretación de la hermana Luke es una de las mejores actuaciones del cine». Audrey recibió una nominación a los Óscar por este papel. Simone Signoret fue la agraciada con el galardón en este ocasión.
Su interpretación de Holly Golightly en Breakfast at Tiffany's (1961) la convirtió en un icono del cine americano. Ella definió su papel como «el más jazz de mi carrera». Cuando fue interrogada sobre su nuevo papel dijo: «Soy introvertida. Actuar para ser una chica extrovertida es la cosa más difícil que he hecho en mi vida». El elegante vestuario que usó en la película estaba diseñado por Givenchy. Además, se puso mechas rubias en el cabello, look que también conservó fuera de la pantalla. Este papel, sin lugar a dudas el más popular de su carrera, estaba originariamente pensado para Marilyn Monroe. Truman Capote, el autor de la novela en que se basa la película, además de guionista, era un gran amigo de la polémica actriz. Cuando Marylin rechazó el papel debido a que quería dejar de interpretar a «chicas ingenuas» y este le llegó a Audrey, el personaje de Holly sufrió varios cambios; entre ellos, el personaje dejaba de ser bisexual para ser heterosexual. Además, su trabajo de prostituta de lujo queda mucho más difuso y en ningún momento se hace la más mínima referencia a este hecho. Su magnífica interpretación recibiría otra nominación a los Óscar, pero el premio fue a parar a la italiana Sophia Loren por Dos mujeres.
En 1957 actuó en Una cara con ángel, una de sus películas favoritas debido a que conseguía bailar con Fred Astaire. A esta la siguió Historia de una monja, uno de sus papeles más atrevidos. Sobre este papel Films in Review dijo: «Su papel callará a todos los que dijeron que es solo un símbolo de mujer sofisticada. Su interpretación de la hermana Luke es una de las mejores actuaciones del cine». Audrey recibió una nominación a los Óscar por este papel. Simone Signoret fue la agraciada con el galardón en este ocasión.
Su interpretación de Holly Golightly en Breakfast at Tiffany's, la convirtió en un icono del cine americano. Ella definió su papel como «el más jazz de mi carrera». Cuando fue interrogada sobre su papel dijo: «Soy introvertida. Actuar para ser una chica extrovertida es la cosa más difícil que he hecho en mi vida». El elegante vestuario que usó en la película estaba diseñado por Givenchy. Además, se puso mechas rubias en el cabello, look que también conservó fuera de la pantalla. Este papel estaba originariamente pensado para Marilyn Monroe. Truman Capote, el autor de la novela en que se basa la película, además de guionista, y era un gran amigo de Marilyn, cuando la actriz rechazó el papel debido a que quería dejar de interpretar a «chicas ingenuas» y este le llegó a Audrey, el personaje de Holly sufrió varios cambios; entre ellos, el personaje dejaba de ser bisexual para ser heterosexual. Además, su trabajo de prostituta de lujo queda mucho más difuso y en ningún momento se hace la más mínima referencia a este hecho. Su magnífica interpretación recibiría otra nominación a los Óscar, pero el premio fue a parar a la italiana Sophia Loren por Dos mujeres.
Hepburn se había estabilizado como una de las actrices más populares de Hollywood. En 1963 le cantó el «Feliz cumpleaños» al presidente Kennedy como Marilyn Monroe había hecho un año antes. A pesar de todo ello, Audrey vivió una vida mucho más reservada y humilde que la mayoría de las estrellas hollywoodienses, como demuestra el hecho de que viviera en casas, no en mansiones, y que cultivaba su propio huerto, además de su vocación por Unicef y sus múltiples viajes humanitarios a África. Con Shirley MacLaine protagonizó en 1961 La Calumnia, dirigido por William Wyler, uno de sus trabajos más complicados y polémicos al tratar el tema del lesbianismo. William Wyler, para recibir la aprobación de la Motion Picture Production Code, cortó gran parte del material en el que se hacía referencia implícita o explícita a la homosexualidad de Martha, el personaje interpretado por McLaine. Tal vez debido a la censura de la época, la película y la actuación de Hepburn pasaron prácticamente inadvertidas tanto por la crítica como por el público.
A este papel lo siguió el de My Fair Lady, de George Cukor, de la que se dijo que era la película más esperada desde Lo que el viento se llevó. Eligieron a Audrey como protagonista por encima de la por entonces desconocida Julie Andrews, quien había protagonizado el mismo papel en el musical de Broadway. La decisión de no contar con Andrews se tomó antes de contratar a Hepburn, quien en un principio rechazó el papel y pidió que se lo dieran a Julie Andrews, pero cuando se enteró de que iba a ir a manos de Elizabeth Taylor, quien también competía por ser la protagonista del filme, lo aceptó. Los productores estaban de acuerdo en que Hepburn era la opción perfecta. La polémica elección de Hepburn sobre Andrews también provocó la ira del actor Rex Harrison, quien había actuado junto a Andrews en la obra musical original. Harrison se encontraba molesto con la decisión del papel de Eliza alegando: «Se supone que Eliza Doolittle se sintiera incómoda en los bailes europeos. La maldita Audrey jamás ha pasado su vida fuera de los bailes europeos». Harrison, en una entrevista después, se arrepintió de lo dicho y cuando le preguntaron quién fue su mejor acompañante durante su carrera sin pensarlo dijo: «Audrey Hepburn». Julie Andrews tenía que filmar Mary Poppins, que fue estrenada el mismo año que My Fair Lady. En un primer momento, se decidió que Audrey Hepburn rodaría las escenas musicales de la película, pero no las cantaría. De eso se encargaba Marni Nixon, quien dobló todas sus canciones. Pero aun así, Hepburn grabó las canciones. En el montaje final de la película se optó por las de Marni Nixon, que también están recogidas en los CD, y no las de Hepburn, que están presentes en documentales y material extra en los DVD. solo varios números pertenecen a la actriz, como Just You Wait y I Could Have Danced All Night. Cuando le preguntaron por los cambios de voz de los números musicales de la película, simplemente respondió: Se notaba ¿no? Y ahi estaba Rex, grabando todas sus canciones mientras actuaba... la próxima vez y no dijo más. Dejando a un lado el doblaje, la actuación de Audrey era excelente, «Audrey está magnífica, ella es la “Eliza” que se recordará», dijo Gene Ringgold, crítico de cine.
La polémica sobre el reparto de la película alcanzó su cenit en la temporada de los Oscar de 1964-1965, cuando Audrey no estaba nominada por su papel de Eliza, pero sí Julie Andrews por Mary Poppins. Los medios hicieron referencia a la rivalidad entre las dos actrices, cuando incluso ellas mismas la negaban. El Óscar finalmente recayó en Julie Andrews. Audrey Hepburn es la actriz que ha presentado más veces el premio Oscar a la mejor película durante la ceremonia de entrega, cuatro en total Hepburn estuvo casada en dos ocasiones, la primera con el actor Mel Ferrer, con el que tuvo un hijo, Sean, que actualmente gestiona la fundación Audrey Hepburn Childhood, y la segunda con Andrea Dotti, un médico italiano con quien tuvo su segundo hijo, Luca. El padrino de Sean es el autor escocés, A. J. Cronin. Hepburn confesó que el fracaso de estos dos matrimonios le hizo sufrir mucho. En los últimos años mantuvo una relación con Robert Wolders, viudo de Merle Oberon, un neerlandés con el que compartía labores humanitarias y su gusto por las cosas sencillas. A partir de 1967, después de quince años de éxitos sobresalientes en el cine, comenzó a participar en películas únicamente de forma ocasional. Hay que destacar el thriller Wait Until Dark (1967), donde encarnaba a una mujer ciega acosada por criminales, y Robin y Marian (1976) con Sean Connery. Su último papel lo interpretó en 1988, en la película Always, de Steven Spielberg, donde daba vida a un ángel, poco antes de ser nombrada embajadora especial de Unicef.
Su última aparición en el cine se produjo en 1989. Desde entonces y hasta su muerte, colaboró activamente con Unicef, convirtiéndose en embajadora de buena voluntad. Una de las cosas que más destacaron en sus últimos años fue la dedicación, por encima de su salud, a las causas del sida o la malnutrición de los niños en todo el mundo. En 1992, tres meses antes de su muerte y ya desahuciada, Hepburn hizo su último viaje a Somalia, un acto que siempre fue muy agradecido por Unicef y que engrandecía aún más su ya sencilla y humana forma de entender la vida. A través de esta organización, Hepburn dedicó el resto de su vida a ayudar a los niños necesitados en los países más pobres. En Unicef todavía recuerdan su dedicación y entrega a la causa, que databa desde el año 1955 y que, poco a poco, fue ganando peso en su vida. Cabe destacar su estatua en la sede Unicef de Nueva York, inaugurada en el año 2000.
A pesar de que nunca hizo ostentación de joyas y rechazó ser imagen de la marca, la joyería Tiffany, la que había popularizado en Desayuno con diamantes, le dedicó un escaparate con la frase «My Huckleberry friend», de la canción «Moon River».
Falleció debido a un cáncer de colon en su casa de Tolochenaz, en Suiza, el 20 de enero de 1993 a los 63 años de edad. Ese mismo día, Elizabeth Taylor dijo que
«Dios estará contento de tener un ángel como Audrey con Él».